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No lo entiendo, todos se quedan siempre en la fachada de este horrible edificio, ni cuando la calle está oscura en la noche salen a ver mundo... Yo fui esculpida hace 2.000 años, el resto ya estaba aquí cuando llegué, ¿pero desde cuándo?
Siempre que les intento preguntar acerca de eso me esquivan, se quedan callados, noto como su corazón de piedra se rompe un poco más.
Pero yo no aguanto, tengo que saber quién nos confinó aquí, para ser libres de nuevo. Una vez los oí hablar sobre antes de convertirse en gárgolas, vivían en un bosque, el bosque era gris, las hojas eran de plata y la hierba blanca, de algodón, ellos eran felices.
Los estoy oyendo hablar...
-¡no! ¡¿Quién eres tú?!...
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¿Dónde estoy? No veo nada, oigo pasos, algo se acerca... tengo que salir de aquí como sea, romper estas cadenas...
¡Ah! La luz me ciega, alguien está hablando, me está hablando.
-Nunca te había visto, ¿eres nueva verdad? En ese edificio solo estaban los que yo creé, y tú... no te conozco.
En ese momento abrí los ojos, la luz apenas me dejaba ver nada, pero pude ver que estaba en una habitación pequeña, solo el ser que hablaba y yo.
-Dime... ¿Quién te creó?
-Yo... solo aparecí en la fachada, los demás...
-Ya sé, los demás ya estaban.
-Sí... yo solo quería saber por qué estaban ahí... desde cuando.
-El tiempo no sirve para vosotros, nunca morís, esa es vuestra maldición.
Ya me había acostumbrado a la luz, y pude diferenciar un cuerpo, parecía humano, iba vestido de negro, pero tenía la cara muy pálida... tenía una sonrisa horrible en la cara... yo sabía que no iba a salir viva de esta, aunque él dijo... que éramos inmortales.
-Bien... te propongo un trato. Te liberaré de la maldición, porque... ¿quieres ser libre verdad?- me dijo con una sonrisa retorcida.
-¿Tú como sabes?- me empezaba a asustar.
-Sé más de ti te lo que piensas.
-...
-Bien... es un trato muy sencillo. Vosotras, las gárgolas, poseéis una maldición, sois inmortales y debéis quedaros en la fachada de un edificio, pero a la vez, vuestro creador nunca os podrá atrapar. Por eso te he escogido a ti, yo no te creé. Lo único que tendrás que hacer es guiar a todos tus compañeros de ese edificio que tú tanto detestas hacia mí, y yo... te liberaré de la maldición.
Me quedé pensando y le dije:
-¿Para... para qué los quieres?
-¡Eso ya no es asunto tuyo!- me gritó, mirándome con unos ojos llenos de odio.-El tiempo para aceptar se acaba...tic, tac, tic, tac...
-Vale, acepto- tenía miedo, pero en eso momento solo pensé en ser libre y ver ese maravilloso bosque.
-Tienes 10 horas para traérmelos, y el tiempo empieza... ya.
Me dejó volar y fui a buscarlos, él me miraba con una sonrisa maliciosa que yo siempre recordaría.
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A las casi 10 horas volví a ese lugar con mis compañeros, él ya esperaba con una especie de enorme jaula camuflada, a donde yo los guie. Me miraron con unos ojos llenos de dolor, al comprender que todo era una trampa.
-Muy bien, dudaba de que lo consiguieras. Ven, te transformaré a tu verdadera forma.
-De acuerdo- les eché una última mirada a mis compañeros y le seguí.
La habitación en la que nos encontrábamos era grande, en el centro había una luz en el suelo, y sobre ella, flotaba una gran piedra de esmeralda.
-Solo tócala, te convertirás.-como odiaba esa sonrisa maliciosa, y sin embargo, no sospeché nada.
Me acerqué a la piedra, y la toqué, en ese momento me quedé inconsciente.
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Ya no me levanté, era una muñeca, gris, tenía una falsa sonrisa en la cara y miraba un paisaje, era un bosque, el bosque era gris, las hojas eran de plata y la hierba blanca, de algodón, yo... estaba muerta
Espero que os guste.